Y así termina esta historia o el recuerdo que me queda de esta historia. Espero que no les haya resultado ofensiva ni enojosa. Pero si en algo les ha molestado, piensen que, como ocurre tan a menudo, han dormido un rato aquí, en el teatro, y que esta peripecia tonta y esta trama endeble han sido solamente fruto de su imaginación. En cuanto a mí... apelo a su benevolencia: sólo soy la sombra de una sombra. Dejaré de existir tan pronto se enciendan las luces de la sala y la vida recobre su pulso normal. No me guarden rencor por mis maldades. Al fin y al cabo, ustedes también porían ser personajes de ficción, imágenes de un sueño, que se volatilizan al despertar. Y también es posible que sea yo quién les está soñando a ustedes... ¿Qué mas da? Tampoco está en nuestro poder enmendar las cosas... Son como son y no sirve de nada soñar que son distintas. Dejemos que todo siga igual y vayámonos, que es tarde y la jornada ha sido larga. Buenas noches y dulces sueños.
Epílogo de Puck escrito por Mendoza en su versión de Sueño de una noche de verano de Shakespeare
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